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Con motivo de una encuesta en Reforma, hoy en la mañana que escuchaba el noticiario con Carmen Aristegui, escuché una plática con Denise Dresser, Lorenzo Meyer y Sergio Aguayo. El tema fue la juventud, el famoso bono democrático y los niveles de aprobación de Calderón. La pregunta fue, más o menos, ¿por qué Calderón es aprobado por casi el 70% de los encuestados a pesar de que los jóvenes son los más afectados por los pésimos resultados económicos (y en todos lados, diría yo) del actual gobierno?

Dresser contestó que los jóvenes no sabíamos disentir, ni exigir al gobierno. Dijo que entre sus estudiantes la actitud más común era la del conformismo, el decir "por lo menos le echa ganas" (¡!). Yo diría que el grupo se divide, por un lado, los conformistas que como Lorenzo Meyer y Sergio Aguayo dirían, prefieren negar la realidad porque no hay alternativa de salida a los problemas de México, después de haber votado para salvar a México. Y otro grupo que sí disiente, que sí señaló los problemas (el fraude) en la elección de Calderón y su debilidad ante poderes como el de Elba Esther Gordillo y las televisoras, por mencionar algunos. Pero en México la protesta está castigada socialmente, y los jóvenes son los más susceptibles.

Cualquiera que diga que México está en crisis en su seguridad, economía, salud y política y que el gobierno está parado allí viendo el desastre, atado por sus cuerdas ideológicas, es alguien que "habla mal de México", que apoya al narcotráfico, un violento, un naco revoltoso y todo lo más despreciable en la sociedad mexicana.

Así que en México a los jóvenes no solamente se nos "canceló el futuro", también la posibilidad de buscar alternativas.