En estos días útiles para escandalizarse hipócritamente por ofensas a México, mucha gente está perdiendo el punto, y se le está yendo de las manos una oportunidad magnífica para hacer el escarnio público de los panistas, al tiempo que se inflama el espíritu nacionalista, dos deportes muy socorridos.
Resulta, mis queridos lectores, que haciendo una revisión de la agenda de la visita de Obama a México, me encontré con una actividad que parecía que estaba planeada para que yo pensara sobre ella: ¡Obama y Calderón comenzarán la agenda en el monumento a Madero, donde habrá una guardia de honor! Se entiende que, desde Fox, toda la historia Mexicana comience y acabe en Madero, un rico supersticioso que quería un cambio, pero no tanto que perjudicase sus intereses de hacendado. Pero ¿cómo interpretar la guardia de honor en la que Obama, presidente estadounidense, pasará lista?
Hay una contradicción aquí que no quiero interpretar como simple servilismo panista a los designios del norte (argumento muy trillado, por cierto). Francisco Madero fue asesinado después de que Félix Díaz y Victoriano Huerta pactaran con Henry Lane Wilson, embajador de EE.UU bajo la presidencia de Howard Taft, el derrocamiento que traería paz al país, y sobre todo, a los intereses estadounidenses.
Aunque la política de EE.UU hacia México daría un giro con la elección de Woodrow Wilson a la presidencia, y el apoyo que recibía Huerta se convertiría en la misma fuerza que le daría el golpe final, el daño ya estaba hecho: el gobierno estadounidense acabó con la incipiente democracia mexicana, o con lo que parecía serlo, después de la dictadura porfirista.
¿Por qué viene ahora un presidente de ese país a hacer guardia de honor en el monumento de un "héroe" que ellos ayudaron a eliminar? ¿Es una ofensa? ¿Deberíamos sentirnos agraviados?
En el mejor de los casos no significa nada, y que la ceremonia se haga en esa particular explanada de Los Pinos es el resultado de circunstancias ajenas a la historia. Pero en el contexto en que se da la visita hay una interpretación muchísimo más oscura. Uno de los temas de las pláticas es y será, precisamente, la violencia relacionada con el narcotráfico. Estados Unidos no ha modificado la política hacia México en ese asunto: no hay otra solución más que el enfrentamiento directo con los narcotraficantes, nada de legalizar el consumo, de mejorar la educación y la información que tiene la gente. Obama ha dicho incluso que Calderón es un héroe por enfrentar al narco, sin notar que no es precisamente él quien sufre las consecuencias de promover una lucha completamente inconstitucional.
Pues sí, lo que queda de relieve de la organización de la visita es que Calderón, al igual que Huerta, intentará traer paz a México utilizando medidas inconstitucionales y antidemocráticas, con la ayuda de los Estados Unidos. Si bien el Plan Mérida no significa nada en términos del gasto que se destina al problema, significa mucho para definir el tipo de lucha que se le está haciendo, es obvio que los Estados Unidos prefieren trasladar las consecuencias políticas y sociales del conflicto a México, presionando por un enfrentamiento directo que no ha llevado a una solución del problema del narco.
Así que aquí en México, sí se puede sacrificar por un rato la libertad, las leyes y la democracia, con tal de acabarse a tiros con los narcotraficantes. Y nada más simbólico que posar para la foto frente al gran sacrificado de la Revolución.
Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]
Suscribirse a Entradas [Atom]