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Con distintos matices y objetivos, el caso de la francesa detenida en México y condenada a eso de 60 años de cárcel, ha resonado mucho en México y en Francia. En México creo que un poco más. Y allí está precisamente lo sorpresivo del asunto: la atención que merecen las familias víctimas del secuestro se entiende, pero ¿la que recibe uno de los supuestos delincientes? A pesar de mi indiferencia por el tema, que después de todo no fue tanta, mi super predicción fue: Calderón no aceptará, al menos públicamente, la extradición de esta mujer, hay demasiada oposición en México porque se considera que su condena será reducida o de plano liberada por Sarkozy en Francia. Es decir, tendría que estar demasiado tonto para aceptar, asi nada más, por presiones del presidente francés, la extradición. Al contrario de la fuerza que en el tema del crimen organizado le ha dado a este gobierno la extradición de algunos narcotraficantes a EE.UU, el caso de la francesa podría restársela. Esa era una de mis principales razones.

Por su parte Sarkozy, otro chaparrito que también gusta de hacer declaraciones grandilocuentes cuando está sobrio, y humorísticas cuando la sobriedad es lo de menos (y esto no siempre coincide con la seriedad de las situaciones), tendría, en este caso, la oportunidad de desplegar su política exterior personalista, espectacular, y se sabe, poco tradicional, como lo hizo con las enfermeras encerradas en Libia y los miembros de Arche de Zoé (una organización que se fue a robar niños a Sudán). Su objetivo, o sus objetivos: recuperar un poco de la credibilidad que todavía tenía en 2008 entre sus votantes. Para ello contaba con la ayuda de los medios de comunicación franceses, que han levantado una polvareda alrededor del caso, como lo hicieron en los otros dos.

Así que, según yo, todo estaba preparado para que en la reunión del lunes México tuviera su pleito diplomático del sexenio (cosa absurda, porque nunca se hacen reuniones bilaterales para hacer señalamientos incómodos, para pelearse, pues). Mi decepción fue grande, se decidió por lo menos comprometedor y lo clásico cuando se cree tratar con temas espinosos: la creación de un grupo conjunto para estudiar el caso y aplicarle el Tratado de Estrasburgo (el cual se supone patrocinaría una extradición). Las conclusiones del grupo son previsibles: sí se extraditará a la francesa. En pocas palabras, Calderón sí resultó lo bastante tonto como para doblar las manos, pero a cambio de que Sarkozy reconociera a México como una potencia media mundial y le diera el espaldarazo en la ¨lucha contra el crimen organizado¨. Otros jefes de Estado han reconocido a Calderón por su enfrentamiento ridículo con los narcotraficantes (no así la ONU), y creo que el de Sarkozy no abona mucho a la legitimidad de esas políticas, o al menos no tanto, como lo que habría hecho por ellas el mantener en México a una mujer que casi todo mundo, y los jueces, consideran secuestradora. Pero, para ponerle algunos bemoles al diagnóstico de estupidez que he hecho, se despersonalizó la decisión: ni Calderón ni Sarkozy tomaron una decisión, ésa será conjunta y provendrá de un cuerpo anónimo.

Conclusión: me falta experiencia haciendo predicciones.

publicadas por Saúl  # 10:45 p.m.