OK

El primer el individuo aparece. Clásico: se presenta con las mismas fórmulas que hace un profesor atiborrado de páginas, y toda una vida de correteador de becas. Es decir, lo que se conoce como un académico de excelencia. Educado en el Colegio de Michoacán y expulsado sin más del montón de clases que cabria esperar para alguien como este tipo porque exigía a sus alumnos un mínimo de decencia cuando abrieran la boca para participar, que leyeran y se atrevieran a hacer algo mas que sentarse a quemar el tiempo frente al pizarrón.

El otro, idéntico. La única diferencia: educado en la Universidad del País Vasco. La reacción, solo por esta diferencia: qué clases dará, cuánto tiempo durará en la facultad, por qué esto, por qué lo otro. Todo por razones como el enriquecimiento cultural global, que alumnos de relaciones internacionales, atemorizados por su futuro profesional, abran sus ojillos y digan: no todo es diplomacia.

Esto es absurdo, vergonzosa la forma en que una bola de lamebotas mueven alumnos y obligan preguntas para sobarle el ego a un español ofendido si le decían español. Todos estos alumnos banalizados y convertidos en masa de esta industria tan invisible, que es la academia, en producto de una ignorancia que los hace inmóviles, desaparecieron una vez más ante la movilización oficial.

No es el individuo vasco lo que me molesta. Es la reacción tan banal y francamente naca en la que reacciona la gente frente a lo que parece novedoso, si es que otros, individuos que tienen el gusto de la autoridad, se los dicen. Y cuestionar esto frente a los individuos que han organizado el festín humillante y rastrero es merecerse una mueca infantil, elevada al rango de opinión de gran valor.

¿Y soy yo el americanizado?, por favor….bola de pendejos