El blog más punk de México y alrededores, me consta.
Regreso al tema, probablemente sea esto que han denominado el proceso coyuntural de la nación (una elección presidencial y otras) que definirá el rumbo del país por muchos años, mas de seis, con aire pomposo y arrogante, demasiado adulador de una figura desgastada y cada vez puesta más en duda; lo que me ha hecho revolver ideas sobre si es la democracia lo que se definirá, definirá o adoleceremos de ella.
Digo democracia, porque si hay una palabra que se repite obsesivamente es esa. Y no solamente como palabra, sino como concepto, implicaciones y arma para provocar el miedo de la ya clicheada sociedad mexicana reaccionaria, que admira lo inmutable. Es decir, si estas campañas enarbolan la democracia, o si será la democracia un instrumento para formar un gobierno, o lloraremos una democracia que se alcanzó entre accidentes.
Primero, como técnica pacífica. Para mí no hay duda, la democracia mexicana (con la mezcla de su sistema político) , es todo menos la injerencia de la mayoría de la sociedad en el gobierno. Siendo mayoritaria la forma en que se elige un presidente son tan pocos lo intereses representados que dan risa las defensas al interés común mediante la democracia. Por ejemplo, si en un país con 100 electores, votan 60, por los candidatos X, Y o Z, supongamos que el que obtiene la mayoría “más grande” lo logró con 25 votos, esto significa que 25 han electo a un presidente para 100. O lo que es lo mismo, el que forma el grupito más grande, atiborrado y enajenado gana el puesto disputado, teniendo derecho a designar otros que le dan un amplio espacio para maniobrar con su nuevo poder. Si a esto le sumamos los escasos caminos para la participación ciudadana, controlada por reglamentos desconocidos, el resultado es peor: los 25 que eligieron o los 100 posibles electores no pueden vigilar a su gobierno, castigarlo, amenazarlo, intervenir, teniendo a un patrón que ha excluido a la mayoría del gobierno. O sea, esto no es democracia
Como no hay un mecanismo legal para redefinir estos resultados inesperados, esto sigue siendo una república constitucional democrática. Francamente vergonzoso. Los diques del consenso, la formación de gobiernos incluyentes, que no apartan del poder a casi ningún grupo, parecen la solución; pero en México, dado el control ejercido por gente reaccionaria y condenatoria de todo lo que puede afectar sus cotos, es difícil esperar un cambio en la forma en que se concibe y ejecuta la democracia. Tal vez imposible, si le sumamos el fatalismo que todo cambio importante despierta en la gente, si sus ideas de la democracia siguen siendo tan pobres como los alcances del paternalismo.
Segundo, como discurso. Aprovechando el discurso contra la tiranía y el terrorismo que ha lanzado el neoconservadurismo estadounidense, la democracia se ha convertido en la palabra salvadora. Todo político sensato la utiliza cada vez que observa una desmoralización de su electorado, para dar una vaga impresión del poder que poseen: descarado control mental. Creo que no es necesario que cite las múltiples veces en que se ha utilizado la palabra democracia para dar aires de legitimidad a cualquier acción de gobierno. Nótese: la palabra.
Todo esto ha generado una completa destrucción del término democracia, una forma absurda de resolver momentáneamente el conflicto que representa que una elite suceda a otra. [Me cansan los términos]. O una palabra carente de significado ante muchos oídos pero herramienta de algunos políticos. Desde la forma casi inmoral en que se ha utilizado últimamente para justificar la orden de votar por determinado candidato (el bravucón niño Felipe) hasta la ilusión falsa que se ha creado entre millones de individuos de que al impulsar el voto están impulsando una cruzada para salvar a su país.
Todo se puede resumir en órdenes. Ordenes planas y descaradas que suponen tienen ante sí a una masa tan frágil y estúpida que les debe una fidelidad pueril. No creo que imperativamente esta descomposición se convierta en democracia, o que la perspicacia de la gente no alcance para comprender que estas órdenes para nada son democráticas, y mucho menos el resultado que justifican.
La gente sigue pensando que la única figura política importante es el presidente, y juzga al gobierno a través de éste. Y como el abuso no se pude despreciar, para la presidencia lanzar campañas promocionales y renovados bríos en los discursos resulta suficiente para convencer al electorado de que debe obedecerla porque todo va bien con ella.
Si la democracia se sigue presentando tan inmutable como lo han hecho PAN, Fox, PRI y PRD, seguirá siendo un concepto vacío, lleno de incongruencias e inútil en el proclamado desarrollo. Si no hay una difusión correcta de los errores de la democracia mexicana (no a través de blogs inútiles), ésta se seguirá concibiendo como el mejor producto nacional, alcanzado con mucho esfuerzo, y por tanto, que no tiene necesidad de cambios.
Es cuestión de regresar al tema. Si la gente no persiste en una participación renovadora y original, lo mismo seguramente seguirá pasando hasta que desaparezca México: masas timadas y masas a las que timaron los perdedores.