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Con la persecución característica de las tribus tijuanenses a todo aquel que se niegue a adoptar su modo peculiar de sobrevivir, me sentí forzado a escribir un post para resguardar mi libertad de expresión, ciertamente no era necesario hacerlo publico y gritar como estos primitivos mis verdades subjetivas. Aunque lo que quiero escribir es evidente, no puedo hacer otra cosa que no sea una apología de las pregonadas libertades del hombre.

No exageraré, supongo. La sociedad, ese constructo con las mentalidades mediocres de millones de personas, no fue un bien para la sobrevivencia del individuo, sino para la evaporación de cualquier resquicio de su salvajismo. En fin, no fue hecha para ser libre, sino para acallar cualquier discrepancia con gestos hermosos, políticamente correctos, con figuras retóricas y ademanes admirables. Pero no quiero igualar la libertad con lo salvaje, aunque no tengo otra opcion ante gente radicalmente correcta.

Tener un blog parece la solución, decir cualquier cosa sin ser reprendido por una masa de energúmenos robotizados es causa suficiente para abrir uno. Aunque es patente que también se reciben quejas en un blog, no son tan poderosas como para cerrarlo, clausurarlo, o correr al autor de un salón de clases. Poder escribir lo que se me ocurra, solo censurado por mis escrúpulos y vergüenza me hace sentir libre, sin la constricción de la gente, que cada vez me parece mas inútil y aburrida; esas restricciones camufladas en verdades sociales aceptadas y comportamientos correctos para las situaciones de todos los días.

Poder decir sin ser callado en medio de la oración es lo más placentero. No tener que alzar la voz para ser escuchado por un grupo de adolescentes (tardíos) ignorantes es lo mejor, no tener que soportar las amarguras y desgastes ajenos. Por eso, abrir este blog no corresponde a mis errores.

Solo queria decir: