El blog más punk de México y alrededores, me consta.
La urgencia y el tema de este post lo harán corto. Es de un tema particularmente…digamos…baladí, para todo metiche, o para cualquier persona que caiga en el infierno de esta página si no le importan las “vicisitudes” de una familia y mucho menos que un predicador de la palabra quiera redactarlas en unos cuantos párrafos para hacerlas públicas. Bueno, introducción demasiado grande e inútil para relativamente poco.
Se trata de mi hermana, esa flaca con una enorme nariz con una verruga en la punta. No es cierto, no está así. Cuando nació yo tenía un año y cuatro meses y mis hermanos casi cuatro años; sólo ellos la recuerdan recién parida. Durante nuestra infancia ninguno conocía la fecha de su nacimiento, sólo sabíamos que había sido a finales de octubre, cuando nuestros programas de televisión nos habían convencido de que por esos días se festeja a las brujas, día de Halloween, pues, y todo estaba de acuerdo para apodar a la plebe: La Bruja. No diré la lista de apodos que con el tiempo se ha ido ganando.
Todos la llamábamos Bruja. Nadie tenía miedo de cargar con el marbete de malinchista o anti patriota y demás pendejadas, creíamos en Halloween gracias a mi hermana y las acostumbradas caricaturas gringas de la mayoría de los chamacos mexicanos. No puedo precisar cuál de todas nos metió la idea de que el 31 de octubre era el día de las brujas, o cualquier festividad asociada. Todavía no éramos pervertidos por ese fingido folclore (supongo que solamente en el norte) que le anteponen como diciendo “miren, nosotros también”, del 2 de noviembre, el Día de Muertos, que bien podía llamarse, el Día del Pan de Muerto.
Nunca festejamos Hallowen en el sentido tradicional, lo hubiéramos hecho en honor a mi hermana, nos hubiéramos dejado engañar por sus historias de brujas que pierden la escoba en un baño o de niños que son arrastrados por el caballo negro de la noche, hubiéramos comido pasteles caseros (que hubieran estado re malos), y hubiéramos hecho burbujas. Pero no era valioso, o al menos, eso creíamos. ¿A qué niño le importa cuándo es más viejo, si lo único que hace es pasarla bien (claro, si no es uno de los que les caen bombas durante la noche, o son esclavizados en oriente), si todavía no le enseñan que debe hacer una fiesta para negociar con ella recibiendo regalos y siendo hipócrita con los invitados? Si Halloween había sido un pretexto para apodar a mi hermana, ya no nos convenció la idea de festejar un cumpleaños. Aunque de pendejos si nos creímos las historias de la televisión.
El apodo y todo lo que se conectaba a él se vino abajo cuando mis hermanos leyeron en su acta de nacimiento el día en que la cagaron en este mundo: 26 de octubre de 1987.
Así que hoy que esta preocupada por recibir regalos, pasteles y amigas, le digo: Felicidades, maldita Bruja.
Y si creen que soy un anti mexicano, malinchista, antipatriota, no nacionalista, un paria que odia lo mexicano, un asesino de migrantes, aquí está mi prueba asquerosos misántropos: ¡Viva Halloween!