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Mi manía de hacer comentarios sobre asuntos en los que no tengo bases para argumentar ya se hizo costumbre, no tengo remordimientos de conciencia cuando opino sin pensar en lo que hago. Puede parecer irracional, pero mis detractores me han enseñado demasiado. Mi método de aprendizaje es el “como no es”, que es lo primero que hago, después, llegarán personas que creen que cargan con la responsabilidad de los errores ajenos en sus hombros y querrán corregirme, yo les discutiré y tal vez me convenzan del “cómo es”, si es que utilizan el método contrario al mío. Así me ahorro tiempo, investigando sobre asuntos que poco me importan y llegan solos los datos. De cualquier forma, no creo estar equivocado, los equivocados serán quienes lean esto. Ya ven.

El tema es ese documental, mal titulado Fahrenheit 9/11, y promovido con frases tan mamonas como “la temperatura a la que arde la libertad”, y posters con la cara de un sujeto (director Michael Moore) que seguramente es un pederasta, o con postres donde se montaron fotografías tomado de la mano con Bush, con una sonrisa que demuestra una gran afectación psicológica, un trauma, por decirlo así, por haber sido despreciado, vejado, marginado, ridiculizado, por razones explicables, que gusta de meterse las manos en la bolsa como símbolo de una sorpresa, pero ¿no confundirá la estrategia con las trampas?, ¿no será eso una maquinación cerebral propia de sujetos que confunden la realidad con sentimientos de niña despechada? ¿no será que odia la salud mental?... Será un megalómano que ha encontrado su medio de expresión. Nótese, para todo aquel que se atreva respingar, que esta cosa no es una campaña política.

Ese documental, tan aberrante como ridículo, es una falsedad terrible, o mejor dicho, un pedazo de verdad, manipulada y presentada al antojo de un documentalista que pregona objetividad y hace sus trabajos con una subjetividad aterradora, para demostrar asombro al ganarse una palmita de oro, ¿por qué no creer que es un simple juego, donde los tratos subrepticios son lo común, y ese premio es el medio perfecto para promover lo que se quería vedar? ¿eh? ¿por qué creer que es un pobre y desgraciado cineasta perseguido por un gobierno opresor y controlador?. Esa imagen es una mera propaganda disfrazada de propaganda accidental. Nos habla de la estupidez de un hombre, el señorito Bush, que tiene muchísimo dinero, logró ubicarse en la presidencia de estados unidos, logró engañar a una bola de pendejos, llamada mayoría ciudadana, para no rechazar la guerra contra un país sin recurso económicos para defenderse, creó conceptos como el del eje del mal, y promovió hasta el hartazgo otros como terrorismo y ataques biológicos, ¿se puede decir que es un hombre estúpido? Claro, sus campañas no son producto individual, tiene a una conjunto de actores que lo apoyan, en todo caso, creo que su CI mas bajo en la historia de los presidentes es un instrumento de manipulación política, para verse como un inocentón. O lo que sea, el hecho es que esta muy bien demostrada su capacidad, el hecho es que ha engañado a una mayoría y tiene posibilidades para reelegirse. ¿Eso es ser estúpido? Además ha cambiado las nociones de bien y mal, ha sido el promotor de muchísimas muertes y nadie lo tacha de criminal, e excepción de las personas a las que nadie hace caso, unas dos que tres madres y otros más padres adoloridos…. El mismo Moore lo coloca como un buen actor

Moore es un cerdo. Solo veo su cara de asombro al ganar la palma de oro y me duele el estómago. ¿Qué cineasta sano puede hacer sarcasmo de la explosión de una bomba frente a tres soldados? Yo me reiría, pero si sé que se trata de un montaje y que la sangre que veo es gelatina y pintura, pero cuando sé que lo que salió volando era una cabeza o un riñón…

¿Cómo puede dársele el crédito de reveladora de la verdad a una repetición de datos? A ver, yo pagué 8 pesos por el periódico más corriente de Tijuana (el mexicano) los días de los ataques terroristas para enterarme de qué pasaba y cómo pasó, en las ediciones de los siguientes días abundaron las columnas periodísticas (no las de lo pendejos que se la pasaron chillando por que se calló el símbolo del imperialismo gringo), en que hacían revelaciones interesantes, es más, las mismas que las del documental. Después de todo ni siquiera se necesitaba comprar el periódico, sólo al ver la actitud de guerra contra un país que ni sabía que existía, podía suponerse un propósito: el petróleo, la venta, la construcción de conductos para abastecer a países como Italia, Alemania y demás que no tienen petróleo ni posibilidad de hacer una guerra para sacarlo.

No se necesitan 40 pesos o más para darse cuenta de la falsedad que rodeó la justificación del ataque a Irak. No se necesita ese dinero para darse cuenta que se promovió la paranoia con fines individuales. No se necesita gastar 2 horas planchando calzones para hacer comentarios pendejos como: “esa guerra está mal y Bush es un político muy malo”. No se necesita pagar 40 pesos para que te digan que se activó la economía con esos movimientos. No se necesita ir al cine con una cara de pesadez intelectual para suponer argumentos que reprueban la guerra.

No se puede estar en contra de la guerra y pretender paralizarla con berridos en marchas, hay mayores intereses puestos, y unas viejas gritonas no harán que un soldado gringo deje de violar a un preso, no harán que las arcas de la familia Bush se vacíen, no harán que la ONU funcione, no harán que Bush deje de utilizar la moral como instrumento de campaña, no harán que cuerpos dejen de explotar y se dispersen su vísceras frente a embajadas occidentales.

Ni Moore ni nadie podrá detener esa matanza, ya está hecha y continúa, demasiado tarde. Mejor gástense sus 40 pesos en un libro baratón,o en una hamburguesa del BURGER KING