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El blog más punk de México y alrededores, me consta.

lunes, 28 de junio de 2004

 

“Operator please, get me out of here now!!!”

La canción del secuestrador fue sólo un rictus amenazante de la arrogancia y pretensión, nadie lo afirmó y mucho menos lo negó. Tengo una semana sin escribir en este blog porque estaba ocupado (perdiendo el tiempo), en uno de esos países tercermundistas que tenemos el gran orgullo de poseer en nuestro pródigo y bienamado continente, que bien funciona como fuente de donde mana toda la lástima necesaria para hacer de México su padre misericordioso y de nosotros, sus habitantes, sus creaciones virtuales para segregarnos de cualquier catalogación.

En realidad traté de volver a llenarme y odiar a los que odian cuando escriben y atreverme a decir que me contradigo, es emocionante…

Continuando con lo del viajecito, esto fue lo que observé. Lo presento con su careta de texto blog para colocarlo en el contexto necesario de descaro e insensatez de esta página.

Esas calles tan oscuras, que hieden a una concentración inmunda de pasado y en cada esquina se recitan especificaciones y tratos comunes… no son más que un desecho. Puedes caminar ecuánime por ellas, pero creerás estar muerto si evitas voltear o escuchar a un lastimoso espectáculo, o si peor, actúas una inmutabilidad extraterrena ante tan plebeyo baile. ¿Qué creerán todos los indigentes, niños de la calle y las indígenas cuando miran a los intrusos en su hogar? Voltean, ven con un ligero desdén todo lo extranjero y se acercan con sumo cuidado a pedir limosna y caridad, rechazan ayudas específicas, parecen tener un código de comportamiento para con los extraños. Los ves, van por allí maldiciendo la caridad de las personas “Dios mío, por qué me tienen lástima, ingratos, malditos hijos de la chingada”, dicen con el firme propósito de dejarse morir y rechazar los míseros pagos que les dan los robots a cambio de un pedazo de humanidad. Pero allí continúan, es su deber adornar el teatro de las calles y hacernos sentir en el tercer mundo.

Ahora ya dejé de creer en esas afectaciones románticas, me producen risa. Esos lamentos apagados son un néctar. Puedes elevarte sobre todas las gentes que creen en su bondad y sentir ese impulso tan humano de reírte a carcajadas de su mirada condescendiente y de sus hipócritas salvaciones. Puedes abrir los ojos y verte en el espejo, o en cualquier reflejo, y darte cuenta de que tal vez eres igual, ¡vamos, puedes hacerlo, el mundo no es sólo la mugrosa ciudad en que vives! También hay más intrusos en otras calles, más pendejos que redactan de la misma manera que yo lo hago, más pensamientos que están clonados, hay ADN, hay sangre igual de roja, ¡se repite, y todo parece un círculo! Y tú, ustedes, nosotros; tan ignorantes, confundidos por todo y por una minúscula ilusión, creyendo encontrar la causa del sufrimiento y su solución: la virtud. Todo dictado y traslapado en cada seso. Y ahí vamos, estamos vivos, estamos vivos, estamos vivos. Y tú, que ya no puedes disimular tu sardónica puta sonrisa cubres tus labios con un pañuelo de muerte e intentas petrificar estas letras para encontrarles un sentido… ya no sabes si eres bueno o malo, crees que no importa saberlo y te resignas.

Operator, I need an exit now!!! No sabes elegir, no sé elegir, no hay nada de bueno en todo esto, es tan relativo que prefiero ser indiferente. Pero está en mi voluntad saberlo, es tan simple saberlo que es mejor agonizar teniendo un tanque de oxigeno casi vacío y batallar para responder. Es sólo unión de símbolos y sonidos, igual que los sentimientos y otros pensamientos, todos están dentro de los mismos parámetros para todos. Y yo, yo no sé vivir con eso. Y la bondad es tan absurda, igual que la maldad.

Ríe, ríe y asesina porque no habrá ocasión para volver a ser tan condescendiente y sé bueno mientras no haya quien crea que eres malo.

Y las calles llenas otra vez. Cada mañana que me asomaba a ver si el sol ya no salía del mismo color, allí estaban, los mismos leprosos, las mismas ancianas, los mismos niños y los drogadictos y sus compinches. Y otros más decadentes, los que su compasión obligaba a llevarse un trago de amargura tras tocar las manos de los limosneros. Otros, destructores de cualquier vitalidad, y los más temerarios clamaban por los desahuciados de los hospitales. Tuve la necesidad de hacerme un letrero que dijera: “¿Quieres mi limosna para comprarte la eutanasia?”; y salir a caminar, sin mayor cargo de conciencia que el de haber gastado 20 dólares para rechazar a esa gente y no en un juego de cartas o algo electrónico, o un recuerdito para la tumba de mi abuelo, que se retuerce en el osario de la fosa común cuando mira las pendejadas que hace su descendencia.

No hay más mensaje. Todo continúa igual de apestoso, el drenaje de este lugar no arrastra más que agua potable, todo corre por las calles a cielo abierto. Adiós

¿Qué hay en esa bondad que me hace pensar en la maldad o estupidez?

Comentarios:
Este blog ha sido eliminado por un administrador de blog.
 
no volvere a saber mas de ti, verdad, bueno, supongo que es lo que crees mas conveniente, de todas formas aqui estoy, todavia.
 
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