El blog más punk de México y alrededores, me consta.
No había decidido aún lo que pasaría ese día y ya me encontraba camino a un lugar que repentinamente olvidé, con ropa que no sabía para qué y con un cansancio difuminado por mi tórax. No eran calorías las que me faltaban, ni esos sueños atrasados que afectan a cualquiera que no consiga un lugar dónde dormir en paz, era que mi cerebro fracasaba en cualquier intento por proyectar un futuro que rebasara de media hora de donde estaba, fue difícil asimilarlo, pero conóceme ahora y creerás que soy alguien normal (con fisiología saludable) aunque ni siquiera la palabra futuro puedo pronunciar. Es horrible caminar por la calle, encontrarte a alguien que te habla de planes en su vida, o que platica con otras gentes de lo que harán por la noche, y no poder imaginar eso porque sus sentencias están conjugadas en futuro y están más allá de ser entendidas, son diálogos de un momento, vibraciones bucales, y todo eso se convierte en un sueño para no prever las pesadillas. Nadie sabe de mi situación pero juro que intentaré ir al doctor ¡es tan difícil! Ahora mismo, ni siquiera sé para qué estoy escribiendo esto, puedo continuar haciéndolo porque mi memoria para el futuro de 30 minutos es suficiente ¡Qué equivocado había estado creyendo que la memoria es para recordar el pasado! ¡La necesito para el futuro! ¿O es una proyección que se usa en el pasado? ¡Quién puede decirme para qué es la memoria! Si es para mantener el futuro entonces el futuro no existe y soy el ser más saludable de la historia, o si es para el pasado, entonces ¿por qué tenemos que recordar los planes, si ellos son para el futuro?
Hace poco, en uno de mis ratos de sobriedad, cuando puedo recordar el futuro, me puse a pensar sobre lo que haría al día siguiente y lo anoté, pero cuando surgió mi enfermedad olvidé qué había programado y en dónde, a fin de cuentas, anotar es para disminuir el esfuerzo por memorizar lo que suponemos es el futuro. Yo creo que esa es la razón por la que no conozco a alguien por más de varios días, porque para reconocer se necesita cierto pedazo de futuro ¿para qué, entonces, reconoceríamos? Poco a poco esta enfermedad afecta mi memoria del pasado, en ocasiones he olvidado mi nombre o la dirección de mi casa, ¿para qué quiero el pasado si ya sé que olvidaré lo que creo sigue de él? Esto es una relación del pasado y del futuro ¡aquí se están revolviendo pero sólo veo palabra tras palabra! Y el presente es un esfuerzo constante por saber para dónde voy. Ya no me alcanza la media hora para vivir, mi día son 24 horas divididas en 48 mitades que se siguen con tesón. Ya comencé a enfermar de otras cosas: mis nervios se han cansado de tolerar tanta incongruencia, como si tuvieran vida aparte; tengo gastritis por los desórdenes alimenticios; olvido dormir porque no sé qué pasará en la mañana. ¡Juro que iré al doctor en cuanto recuerde que quiero ir…! Y por si se me olvida, prometo comenzar a leer libros de medicina!, si es que puedo, porque seguramente me parecerán eternos, no puedo imaginar el fin. Esto me ha agotado, ya no hay glucosa en mi cabeza como antes de trabajar por recordar el futuro.