OK

El blog más punk de México y alrededores, me consta.

domingo, 20 de junio de 2004

 

La canción del secuestrador

Nadie había convenido el lugar y la hora del asesinato, ni siquiera la víctima; tenía que ocurrir algo parecido, no era la muerte de alguien identificado la que se necesitaba, sino la de cualquiera capaz de yacer frente a cámaras fotográficas y de televisión desangrando o agonizando por un buen rato, sin piernas o con un agujero en la frente o el tronco de su cuerpo, lo mejor era en una arteria.

El conductor de un Falcon amarillo, un tal Rentería, era el encargado de esas actividades, lo habían designado hacía ya tiempo cuando fungía como chofer de una importante empresa de ambulancias, era rápido y muy hábil para realizar escapatorias entre un trafico truncado y policías persecutores; pocos lo conocían, su identidad era un secreto guardado por los principales periódicos, que eran sus patrones más exigentes. Le pedían mínimo tres muertos por semana, todo acordado para una mayor cobertura de la información: el lugar, la fecha, la víctima y la hora. En ocasiones, cuando las ventas estaban caídas, hacían pedidos especiales de homicidios, eran los tiempos más difíciles. Pero aquella semana nadie conocía los detalles del suceso, los editores del periódico esperaron hasta el miércoles, se suponía que con la información del sicario debían tener formatos disponibles para la edición vespertina, y los fotógrafos no se movieron de sus cubículos, nunca recibieron la orden de acecho macabro. No hubo sangre coagulada en el celuloide. No hubo palabras como “occiso”, “decapitado”, “homicidio’, “el culpable huyó”, “se cree que son ajustes del narcotráfico”, etc. La semana fue un desastre, los directivos se hallaban impacientes en sus oficinas, las ventas se redujeron al 50%, la atmósfera de la edición era aterradora y el aburrimiento se esparcía por todos los escritorios, nadie se entretenía redactando acerca del bajo índice de homicidios en la ciudad, o sobre los aciertos de la administración de justicia para los asesinos capturados durante ese tiempo… Los directivos hacían llamadas para ubicar al empleado asesino, también a las televisoras con tal de conseguir un suceso extraordinario; nadie sabía qué pasaba, ¡era imposible que no haya muerto con violencia algún ciudadano!. La vejez del periódico se sentía con profundidad, y no llegaba informe de un asesinato futuro, nadie sabía de Rentería. Algo grave estaba ocurriendo, el contubernio entre la muerte y la información estaba fallando y no se conocían las causas, incesantes llamadas en las oficinas y ninguna ofrecía explicación.

¡Un muerto, un muerto! Gritó un reportero después de una llamada, corrieron fotógrafos y redactores a sus posiciones, la información corría con facilidad, la energía se inyectó rápidamente; las televisoras no perdieron oportunidad y en sus motos los camarógrafos llegaron al lugar del suceso. La información:

“El cuerpo sin vida de un hombre que conducía un Falcon Amarillo, identificado con el nombre Eulalio Rentería fue hallado hoy en Rosarito en las orilla de la playa, con signos de haber sido torturado y muerto a causa de varias hemorragias internas producidas por contusiones en vientre y espalda…”

El periódico continuó su marcha, las ventas regresaron a su normalidad y la juventud renació, nuevas oportunidades se perfilaron para todos.

Las empresas de teléfonos no supieron esconder el cadáver porque no aprendieron las técnicas del negocio, no vendieron más a los periódicos y todo regresó como antes

Comentarios: Publicar un comentario

Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]





<< Página Principal

This page is powered by Blogger. Isn't yours?

Suscribirse a Entradas [Atom]