El blog más punk de México y alrededores, me consta.
La Euforia Pendejina
Es tan grande el miedo a la soledad que los adolescentes, cegados por los beneficios fáciles de una compañía hipócrita, no se dan cuenta de sus bondades, y la rechazan más que a la marihuana, el tabaco, la promiscuidad y la cerveza, prefieren enardecer su vida colocándose una máscara de euforia que les reditué mayores ganancias placenteras instantáneas, entonces tienen que mantenerla a toda costa, denigrándose y exhibiendo sus cuerpos carcomidos por las larvas de la masificación. Y todos carcajeándose frente al miedo a estar solos, a no tener con quien reproducir su ADN mutado olvidándose de ellos y mirar su ostracismo voluntario ¿eso lo harán en la noche, mientras no pueden dormir cubiertos por las cobijas que su mami les colocó después de leerles el cuento de Carlos Cuauthémoc Sánchez de la semana? Y los veo, luciendo sus bellezas como si fuera lo que les da vida cuando se niegan con necedad de burros a mirar su amargura y aceptarla como suya y lo pequeños e inútiles que son para este mundo (bueno, para llenarlo de abono y muertos de hambre).
No sé si es vergüenza, lástima o ganas de burlarme de los aletargados de mi generación. No sé si creer que es un plan que tienen para no mostrar sus más elevados pensamientos (suena demasiado) o si verdaderamente están encerrados en los cotos de la publicidad y manipulación, que son ignorantes y realmente estúpidos (por no decir pendejos, que se oye más insultante). O simplemente están allí porque no hay otra cosa, porque es tan aburrida su vida que la aderezan con una efusividad espontánea casi imposible si no estás en su CURA, por cierto ¿a qué se refieren cuando dicen que les mato la cura y siguen riéndose mostrando sus más recónditas caries por ello? Creo que me necesitan demasiado, no serían tan hipócritas sin tipos como yo, a los que señalan diciendo que no son así, emocionados creen hacerme objeto de su escarnio, ¡pendejos! Sigan así mientras también yo los trato con mi condescendencia para mantener nuestro equilibrio, pienso. Pero esto es tan insípido que despreciarlo sería darle demasiada importancia, ¿o sí es importante?, no me interesa, me divierto pensando en su felicidad idiota. Tal vez tú seas uno de ellos así que aguántate la risa, las ganas de vomitar y el dolor de tus intestinos constreñidos como lo hago yo cuando te veo.
Cuando todos se encuentren con sus caras manipuladas por los aires de frescura en su baile de graduación espero que recuerden lo serviles que fueron para llegar hasta allí: un rato en que se sumergirán en una nube de humo de cigarros, música con un bass espeluznante y carcajadas de socialización absurda, todos envueltos en sus trajes de pulcritud humana al máximo, pregonando con su actitud un intento por parecer inmaculados, mientras alguien no se lavó las manos cuando fue al baño, mientras les hiede el aliento a alcohol y tabaco revuelto con la comida que compraron a 20 dólares, mientras dos hombres se divierten haciendo su comida, mientras alguien escupe en la puerta de entrada, mientras alguien no limpió su carro y lo dejó escondido, mientras no se lavaron el hocico para pronunciar sus saludos, mientras caminan adoloridos por los golpes que les propinó la policía, mientras alguien estornuda, tose y coge, mientras son humanos llorando por los paralíticos, mientras se hunden más y más en el pantano de su búsqueda de razones; claro, estarán fingiendo su felicidad en uno de esos lugares en los que la gente quiere parecer de una clase alta.